Lo que todo amante aprende.
El agua es plateada sobre la piedra.
El agua es plateada sobre el rechazo de la piedra.
No cae. Llena.
Fluye en cada grieta,
en cada falla de la piedra,
en cada hueco.
El río no corre.
El río presiona su pesado yo plateado
hacia la piedra, y la piedra se rehúsa.
Lo que corre,
lo que se arremolina y salta hacia el sol,
es el rechazo de la piedra por el río, no el río.
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