Viniste a mí; yo no te esperaba. No esperaba a la felicidad.
Lo había perdido todo, y todo lo encontré cuando tú me tendiste los brazos.
Tómame, te dije. Seré fiel a tu corazón, y él curará con suavidades arrobadoras las heridas profundas del mío. Viviré de ti; el resplandor de tus ojos será mi luz, esconderme confiadamente en tu pecho será mi dicha; reír, cuando vea que se apartan tus labios, por el éxtasis interior; lloraré cuando tú llores, y te amaré deliciosamente halagada por tu ternura; te amaré con todo el fuego de la eterna enamorada.
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