El amado no
necesita estar vivo. El amado
vive en la cabeza. El telar
es para los pretendientes, encordado
como un arpa con el hilo blanco de un sudario.
Él era dos personas.
Era el cuerpo y la voz, el sencillo
magnetismo de un hombre vivo, y también
el desplegado sueño o imagen
a los que da forma la mujer que trabaja el telar,
que se sienta ahí en un salón lleno
de hombres sin imaginación.
Igual que le tienes lástima
al engañado mar que intentó
llevárselo para siempre
y solamente se llevó al primero,
al verdadero marido, debes
tenerle lástima a estos hombres: no saben
lo que están mirando;
no saben que cuando uno ama de esta forma
un sudario se convierte en un traje de novia.
Louise Glück |
Ithaca
The beloved doesn’t
need to live. The beloved
lives in the head. The loom
is for the suitors, strung up
like a harp with white shroud-thread.
He was two people.
He was the body and the voice, the easy
magnetism of a living man, and then
the unfolding dream or image
shaped by the woman working the loom,
sitting there in a hall filled
with literal-minded men.
As you pity
the deceived sea that tried
to take him away forever
and took only the first,
the actual husband, you must
pity these men: they don’t know
what they’re looking at;
they don’t know that when one loves this way
the shroud becomes a wedding dress.
No hay comentarios:
Publicar un comentario