Cuando nací las esferas y los planetas
se desviaron de sus órbitas.
Si vendiera velas, el Sol no se pondría hasta
el día de mi muerte.
De nada me sirve buscar el éxito porque
se me han torcido los astros.
Si vendiera mortajas, la gente no se moriría.
Si pusiera mi mano en un horno, se apagaría
y nadie lo podría volver a encender.
Si fuera a buscar agua al mar, se secaría,
incluso aunque estuviera lloviendo.
Si vendiera armas, los enemigos harían la paz
y no habría guerra.
Abraham ben Meir ibn Ezra, poeta, rabino,astrónomo, médico , filósofo y traductor |
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