En
el vapor del baño se dibuja
desnuda
y luminosa.
Ceremoniosamente,
abre
una toalla azul, se inclina
en
una reverencia para el dios
de
toda su belleza.
El
pelo en catarata hacia adelante.
Lleva
suave la toalla hasta la nuca,
se
envuelve la cabeza,
con
ademán antiguo
tuerce
diestra la boa de algodón,
la
enrosca en espiral
y
sin saber siquiera que ha rezado
se
yergue tan hermosa con turbante
que
el solo gesto alumbra la vida cotidiana.
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