pero las olas vinieron y se lo llevaron;
nuevamente lo escribí con una segunda mano,
pero llegó la marea y apresó mi desencanto.
—Hombre vano —dijo ella—, y vano ensayo
es inmortalizar una cosa mortal en esencia,
porque incluso yo disfrutaré esta decadencia,
y también mi nombre será aniquilado.
—No es así —respondí—, deja que las cosas simples
mueran en el polvo, pero vivirás por la fama:
eternas en mis versos serán tus virtudes raras,
y en los cielos escribirás tu glorioso nombre;
cuando la muerte haga del mundo su súbdito,
nuestro amor vivirá, y la vida misma se renovará.
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