martes, 31 de julio de 2018

Raquel Lanseros

AL CALOR DE UN ANGEL

Tengo los mismos años que vivió García Lorca
dos más que Maiakovski
cuatro encima de Bécquer
trece menos que Rilke.
Un año más que Whitman cantándose a sí mismo.

Sigo aquí. Mi papel
de testigo me sigue complaciendo.

Podría entonar antífonas solemnes.
Decir: cosecha,
sangre,
fuerza,
cosmos,
patria.

Me habían dicho que un día sería grande.
Pero de estas cenizas nadie me había hablado.
No morir. ¿Cómo se hace?
¿Con honra? ¿Con ejemplo?
¿Con la imaginación?
¿Con la memoria?

Quiero estar a tu lado entre los cisnes.
Nunca cerrar los ojos. Recordarte.
Que me abrace tu nombre.

Que tu sal en mi pecho
no haya cárcel ni enfermedad ni reyes
capaces de robármela.






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