El conocer
Después, cuando ya dormimos
el coma del paraíso y despertamos,
nos quedamos un rato largo
mirándonos.
No sé qué ve él, pero yo veo
unos ojos de ternura insuperable
y calma, una calma como la dignidad
de la materia. Amo el mar abierto
azul-verde-gris de su iris, amo
su curva contra lo blanco,
la curva que al mirarla me hace
acabar, cuando está casi quieto, muy hondo
adentro mío. Nunca ví una curva
como esa, salvo la de la tierra desde el espacio
exterior. Yo no sé de dónde
sacó esa amabilidad sin soberbia,
casi sin ego, y eligió a pesar de eso
a una mujer entre todas.
Conociéndolo conozco
la pureza del animal
que se aparea de por vida. A veces sonríe
apenas, pero más que nada me mira mirarlo
con el rostro entero iluminado. Amo
ver cómo cambia cuando lloro – no hay inquietud,
ni pena, ni un reflejo más serio. Si estamos
de espaldas, acostados uno al lado del otro,
cara a cara, puedo oír una lágrima de mi párpado inferior
golpear contra la sábana, como si fuese
uno de los primeros días sobre la tierra
y después las del párpado superior
se enlazan y bajan por las pestañas
como la aparición del cultivo y la irrigación,
de un pueblo que ya no es nómade.
Tengo tanta suerte de poder conocerlo.
La única forma de conocerlo es ésta.
Yo soy la única que lo conoce.
Cuando vuelvo a despertar, todavía me mira,
como si fuera eterno. Dormitamos así
una hora, y poco a poco sé que
aunque estamos saciados, aunque casi no
nos tocamos, éste es el éxtasis al que el otro
éxtasis nos llevó – entramos,
más y más profundo, mirada a mirada,
en este lugar más allá de los demás lugares,
más allá del cuerpo mismo, hacemos
el amor.
el coma del paraíso y despertamos,
nos quedamos un rato largo
mirándonos.
No sé qué ve él, pero yo veo
unos ojos de ternura insuperable
y calma, una calma como la dignidad
de la materia. Amo el mar abierto
azul-verde-gris de su iris, amo
su curva contra lo blanco,
la curva que al mirarla me hace
acabar, cuando está casi quieto, muy hondo
adentro mío. Nunca ví una curva
como esa, salvo la de la tierra desde el espacio
exterior. Yo no sé de dónde
sacó esa amabilidad sin soberbia,
casi sin ego, y eligió a pesar de eso
a una mujer entre todas.
Conociéndolo conozco
la pureza del animal
que se aparea de por vida. A veces sonríe
apenas, pero más que nada me mira mirarlo
con el rostro entero iluminado. Amo
ver cómo cambia cuando lloro – no hay inquietud,
ni pena, ni un reflejo más serio. Si estamos
de espaldas, acostados uno al lado del otro,
cara a cara, puedo oír una lágrima de mi párpado inferior
golpear contra la sábana, como si fuese
uno de los primeros días sobre la tierra
y después las del párpado superior
se enlazan y bajan por las pestañas
como la aparición del cultivo y la irrigación,
de un pueblo que ya no es nómade.
Tengo tanta suerte de poder conocerlo.
La única forma de conocerlo es ésta.
Yo soy la única que lo conoce.
Cuando vuelvo a despertar, todavía me mira,
como si fuera eterno. Dormitamos así
una hora, y poco a poco sé que
aunque estamos saciados, aunque casi no
nos tocamos, éste es el éxtasis al que el otro
éxtasis nos llevó – entramos,
más y más profundo, mirada a mirada,
en este lugar más allá de los demás lugares,
más allá del cuerpo mismo, hacemos
el amor.
The Knowing
Afterwards, when we have slept, paradise-
comaed and woken, we lie a long time
looking at each other.
I do not know what he sees, but I see
eyes of surpassing tenderness
and calm, a calm like the dignity
of matter. I love the open ocean
blue-grey-green of his iris, I love
the curve of it against the white,
that curve the sight of what has caused me
to come, when he's quite still, deep
inside me. I have never seen a curve
like that, except the earth from outer
space. I don't know where he got
his kindness without self-regard,
almost without self, and yet
he chose one woman, instead of the others.
By knowing him, I get to know
the purity of the animal
which mates for life. Sometimes he is slightly
smiling, but mostly he just gazes at me gazing,
his entire face lit. I love
to see it change if I cry-there is no worry,
no pity, no graver radiance. If we
are on our backs, side by side,
with our faces turned fully to face each other,
I can hear a tear from my lower eye
hit the sheet, as if it is an early day on earth,
and then the upper eye's tears
braid and sluice down through the lower eyebrow
like the invention of farmimg, irrigation, a non-nomadic people.
I am so lucky that I can know him.
This is the only way to know him.
I am the only one who knows him.
When I wake again, he is still looking at me,
as if he is eternal. For an hour
we wake and doze, and slowly I know
that though we are sated, though we are hardly
touching, this is the coming the other
coming brought us to the edge of-we are entering,
deeper and deeper, gaze by gaze,
this place beyond the other places,
beyond the body itself, we are making
love
comaed and woken, we lie a long time
looking at each other.
I do not know what he sees, but I see
eyes of surpassing tenderness
and calm, a calm like the dignity
of matter. I love the open ocean
blue-grey-green of his iris, I love
the curve of it against the white,
that curve the sight of what has caused me
to come, when he's quite still, deep
inside me. I have never seen a curve
like that, except the earth from outer
space. I don't know where he got
his kindness without self-regard,
almost without self, and yet
he chose one woman, instead of the others.
By knowing him, I get to know
the purity of the animal
which mates for life. Sometimes he is slightly
smiling, but mostly he just gazes at me gazing,
his entire face lit. I love
to see it change if I cry-there is no worry,
no pity, no graver radiance. If we
are on our backs, side by side,
with our faces turned fully to face each other,
I can hear a tear from my lower eye
hit the sheet, as if it is an early day on earth,
and then the upper eye's tears
braid and sluice down through the lower eyebrow
like the invention of farmimg, irrigation, a non-nomadic people.
I am so lucky that I can know him.
This is the only way to know him.
I am the only one who knows him.
When I wake again, he is still looking at me,
as if he is eternal. For an hour
we wake and doze, and slowly I know
that though we are sated, though we are hardly
touching, this is the coming the other
coming brought us to the edge of-we are entering,
deeper and deeper, gaze by gaze,
this place beyond the other places,
beyond the body itself, we are making
love
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