Las personas que pasan miedo tienen hambre de vida. Como su vida
está constreñida por todas partes, las palabras de los poemas viven por
ellos, y sin constricciones. Aunque sea sin contriciones dentro del
miedo. Como las palabras tienen miedo, también sirven para calmar el
miedo. Pero tranquilizan sin engañar cuando constatan el miedo una vez
más.
En Rumanía, yo iba a ver a una amiga dos veces a la semana y
escondía mis textos en su casa. Cuando sabía que venían a registrar mi
casa, iba a verla aún más a menudo. Solía llevar papeles escritos en el
bolso y a veces debajo de la ropa o dentro de los zapatos… "
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