viernes, 29 de agosto de 2025

Claudio Rodríguez

oda a la niñez

    II

Muchos hombres pasaron junto a nosotros, pero 
no eran de nuestro pueblo. 
Arrinconadas vidas dejan por estos barrios, 
ellos, que eran el barrio sin murallas. 
Miraron, y no vieron; y sus casas, 
aunque tuvieran llave, 
habitaron apenas. Culpa ha sido 
de todos el que oyeran 
sólo el inmenso pulso 
de la injusticia, la sangrienta marcha 
del casco frío del rencor. La puesta 
del sol, fue sólo puesta 
del corazón. ¿ Qué hacen ahí las palmas 
de esos balcones sin el blanco lazo 
de nuestra honda orfandad? ¿Qué este mercado 
por donde paso ahora, 
los cuarteles, las fábricas, las nubes, 
la vida, el aire, todo, 
sin la borrasca de nuestra niñez 
que alza ola para siempre? 
Siembre al salir pensamos 
en la distancia, nunca 
en la compañía. Y cualquier sitio es bueno 
para hacer amistades. 
Aunque hoy es peligroso:mucho polvo 
entre los pliegues de la propaganda 
hay. Cuanto antes 
lleguemos al trabajo, mejor. 
Mala bienvenida la tuya, marzo. Y nuestras calles, 
claras como si dieran a los campos, 
¿adónde dan ahora? ¿Por qué todo es infancia? 
Y ya la luz se amasa, 
poco a poco enrojece; el viento templa 
y en sus cosechas vibra 
un gramo de alianza, un cabeceo 
de los inmensos pastos del futuro. 

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