oda a la niñez
II
Muchos hombres pasaron junto a nosotros, pero
no eran de nuestro pueblo.
Arrinconadas vidas dejan por estos barrios,
ellos, que eran el barrio sin murallas.
Miraron, y no vieron; y sus casas,
aunque tuvieran llave,
habitaron apenas. Culpa ha sido
de todos el que oyeran
sólo el inmenso pulso
de la injusticia, la sangrienta marcha
del casco frío del rencor. La puesta
del sol, fue sólo puesta
del corazón. ¿ Qué hacen ahí las palmas
de esos balcones sin el blanco lazo
de nuestra honda orfandad? ¿Qué este mercado
por donde paso ahora,
los cuarteles, las fábricas, las nubes,
la vida, el aire, todo,
sin la borrasca de nuestra niñez
que alza ola para siempre?
Siembre al salir pensamos
en la distancia, nunca
en la compañía. Y cualquier sitio es bueno
para hacer amistades.
Aunque hoy es peligroso:mucho polvo
entre los pliegues de la propaganda
hay. Cuanto antes
lleguemos al trabajo, mejor.
Mala bienvenida la tuya, marzo. Y nuestras calles,
claras como si dieran a los campos,
¿adónde dan ahora? ¿Por qué todo es infancia?
Y ya la luz se amasa,
poco a poco enrojece; el viento templa
y en sus cosechas vibra
un gramo de alianza, un cabeceo
de los inmensos pastos del futuro.
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