Oda a la niñez
I
¿Y esta es tu bienvenida,
marzo, para salir de casa alegres:
con viento húmedo y frío de meseta?
Siempre ahora, en la puerta,
y, aún a pesar nuestro, vuelve, vuelve
este destino de niñez, que estalla
por todas partes: en la calle, en esta
voraz respiración del día, en la honda
sencillez del primer humo sabroso,
en la mirada, en cada laboreo
del hombre.
Siempre así, de vencida,
sólo por miedo a tal castigo, a tal
combate, ahora hacemos
confuso vocerío por ciudades,
por fábricas, por barrios
de vecindad. Más tras la ropa un tiemblo
nos tañe, y al salir por tantas calles
sin piedad y sin bulla,
rompe claras escenas
de amanecida y tantos
sucios ladrillos sin salud se cuecen
de intimidad de lecho y guiso. Entonces,
nada hay que nos aleje
de nuestro alto oficio de inocencia;
entonces, ya en faena,
cruzamos esta plaza, como si en junio fuera,
se abre nuestro pulmón trémulo de alba
y, como a mediodía,
ricos son nuestros ojos
de oscuro señorío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario