ODA A LA NIÑEZ
III
Una verdad se ha dicho sin herida,
sin el negocio sucio
de las lágrimas,
con la misma ternura con que se da la nieve:
ved que todo es infancia.
La fidelidad de la tierra,
la presencia del cielo insoportable
que se nos cuela aquí, hasta en la cazalla
mañanera, los días
que amanecen con trinos y anochecen
con gárgaras, el ruido
del autobús que por fin llega, nuestras
palabras que ahora,
al saludar, quisieran
ser panales, y son
telas de araña, nuestra
violencia hereditaria,
la droga del recuerdo, la alta estafa del tiempo,
la dignidad del hombre
que hay que abrazar y hay
que ofrecer y hay
que salvar aquí mismo,
en medio de esta lluvia fría de marzo.
Ved que todo es infancia:
la verdad que es silencio para siempre.
Años de compra y venta,
hombres llenos de precios,
los pregones sin voz, las turbias bodas,
nos trajeron el miedo a la gran aventura
de nuestra raza: a la niñez. Ah, quietos,
quietos bajo ese hierro
que nos marca, y nos sana, y nos da amo.
Amo que es servidumbre, bridas que nos hermanan.
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