NUNCA PUDE REZAR
Llévame hasta la costa
donde el faro fue abandonado
y la luna resuena en los techos.
Déjame escuchar el viento que hojea los árboles
y ver las estrellas que destellan, una por una,
como los rostros olvidados de los muertos.
Nunca pude rezar,
pero déjame inscribir mi nombre
en el libro de las olas
y luego contemplar el domo
del cielo interminable
y ver mi voz navegar hacia la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario