Mis tareas diarias contra el espanto:
Ser mejor que ellos.
Amar más que ellos.
Diferenciarme de ellos.
Mantenerme firme cuando mire a los ojos, que no me tiemble la mirada, que no me permita un gramo de odio.
No permitir que pisen un gramo de lo que SOY, a pesar de la fuerza de sus botas.
Mantener mi tristeza al borde, que no invada mi espacio de la alegría de reconocerme.
Aprender siempre y saber que no sé nada.
Saber cuál es mi sitio y cuidarlo con la misma energía que humildad.
Trabajar también para el otro.
Seguir sabiendo que esto no acaba aquí, que la vida es otra cosa.
Poner poesía contra la ceguera, la violencia, la sinrazón…
Sonreír y acariciar a ser posible.
Dar mi mano.
Dar mi aliento.
Dar-me.
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