IX
Deseé alguna vez que un poeta me amase
ahora duelen sus poemas en mi cuerpo,
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar mi imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos,
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.
De Semillas para un cuerpo
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