La Musa
Cuando
en la noche oscura espero su llegada,
Se
me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué
valen los honores, la libertad incluso,
cuando
ella acude presta y toca el caramillo?
Mira,
¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y
se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
“¿Has
sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?”
Y
ella responde: “Yo soy aquella.”
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