viernes, 9 de marzo de 2018

Joan Margarit

AEROPUERTO DE ATENAS

Ya la aurora acaricia con sus dedos de rosa
brillantes fuselajes que al despegar parecen
fastasmas de aluminio de la Ilíada.
La voz de un dios ruinoso,
una voz como restos de muralla,
inunda en griego la megafonía.
Junto al pope barbudo y sudoroso
-ya desteñidos sus ropajes negros-
parecido a un icono, gesticulan
unos hombres hablando por el móvil
con sus rostros de astutos mercaderes.
Chicas de tersos vientres, aburridas,
hojeando una revista, aguardan turno
ante máquinas medio oxidadeas
de venta de bebidas. Coca-Cola:
este es el elixir que toma Helena,
con las piernas desnudas y las uñas
en rojo de sus pies, que desafían
cualquier intento de enterrar el mito.

De  Cálculo de estructuras (2005)





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