Los acontecimientos del pasado son los que determinan el presente.
Por ejemplo, si tus padres no se hubieran conocido, hoy no existirías.
Cuanto más se retrocede en el encadenamiento de circunstancias que
conforman la historia del mundo, más inesperadas y sutiles serán las
consecuencias que acarree el hecho más nimio, en una compleja, casi
infinita sucesión de concatenaciones. Por ejemplo, si durante el
cretásico superior cierto plesiosaurio carnívoro no se hubiera comido
los huevos que una hembra de triceratops desovó tontamente cerca de la
orilla, quizás, vaya uno a saber, me seguirías queriendo.
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