martes, 2 de septiembre de 2025

Claudio Rodríguez


ODA A LA NIÑEZ

   IV 


Y nos lo quitarán todo 
menos estas 
botas de siete leguas. 
Aquí, aquí, bien calzadas 
en nuestros sosos pies de paso corto. 
Aquí, aquí, estos zapatos 
diarios, los de la ventana 
del seis de enero. 
Y nos lo quitarán todo 
menos el traje sucio 
de comunión, éste, el de siempre, el puesto. 
Lo de entonces fue sueño. Fue una edad. Lo de ahora 
es realidad. Esta es la única hacienda, ahora del hombre. 
Y cuando estamos 
llegando, y ya la lluvia 
zozobra en nubes rápidas y se hunde 
por estos arrabales 
trémula de estertores luminosos, 
bajamos la cabeza 
y damos gracias sin saber qué es ello, 
qué es lo que pasa, quién a sus maneras 
nos hace, qué herrería, 
qué inmortal fundición es esta. Y nadie, 
nada hay que nos aleje 
de nuestro oficio de felicidad 
sin distancia ni tiempo. 
Es el momento ahora 
en el que, quién lo diría, alto, ciego, renace 
el sol primaveral de la inocencia, 
ya sin ocaso sobre nuestra tierra. 

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