Otoño
llegar al fin la clara anatomía:
el blanco invierno, parangón del arte
que mata toda forma de vida y sentimiento
menos lo puro, que tendrá su día.
En este instante, ahora, las cadenas
de los gansos se uncen a la luna
y el plátano la luz del sol no frena
y los pinos oscuros, sus púas exhibiendo,
se abren al mediodía y sus agujas.
Como canos atletas, los olivos
blanquean cuando el viento los azota,
y de la viña los ramajes vivos
llenan nuestras tinajas; cada gota
–dorado aceite, roja espuma ardiendo–
detiene el tiempo de los días estivos.
Va a deshacerse la podrida rama
al fuego del hogar, vivificado
y, color de rubí, jadeante llama,
se teñirán de carmesí tus dedos
a contraluz del vaso iluminado.
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