un día, Norma Jean, y eras la luz.
Cuerpo desnudo en la más pura desnudez.
Los ojos azules, tan azules, de niña abandonada.
como una rebanada de pan recién cocido,
como un vaso de leche dulce y tibia,
con tu risa de flor y limonada.
Para nuestro recreo y para tu desgracia.
Te desnudaron aún más, hasta la última
piel, sinceramente tuya, pura y cálida.
diferente a la tuya, limpia y clara.
En tus suaves labios, pintados de granate,
la voz sonaba falsa.
Chanel nº 5, satén y muselinas.
Visiones y ambiciones de pequeña estarlet.
Pobre, pequeña , dulce Norma Jean,
detrás de toda aquella mentira luminosa
te estaban enterrando.
Hermosa, tan hermosa, como una rosa extraña.
Reías y cantabas y movías el cuerpo
como te habían dicho que lo hicieras.
Tú eras más verdadera en tu belleza
con tu rostro desnudo de maquillaje y sombras,
con tu cuerpo de niña que creció demasiado.
(Sólo el cabello rubio, bajo la tela blanca),
y ese día, estremecidos y sin voz lloramos,
oh dulce Norma Jean, y rogamos por ti.
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