Granada, lucejones…Las bermejas
torres de Alhambra. Y, en el cielo, duras
nubes de ágata cárdena. (Figuras
de leones, serpientes y cornejas.)
Y el agua sola, palpitante, el agua
corazón, rompe la silente angustia
con su romance. En un calor de fragua,
el crepúsculo trágico se mustia.
Melancolía…¡No! Desesperanza,
reproche de lujuria indefinible…
Y, a pesar de canciones, en tu espejo
está, Maestro, toda la añoranza
granadí, toda la verdad terrible,
¡todo el dolor de aquel resol bermejo!
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