LA FALDA
Pino Betancor, poeta española |
LA FALDA
Pino Betancor, poeta española |
Oraciones gramaticales
Yo tengo esperanza.
El perro tiene hambre.
El banco del jardín respira mal.
La niña se peina.
La vaca se lame.
Las cosas me miran y es peor si me hablan.
En el suburbio hay flores maleantes,
las macetas son botes,
los hombres son tigres,
los niños son viejos,
los gatos se comen
las mondas también.
Los huérfanos huelen a madre,
los pobres a humo,
los ricos a brea.
Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.
Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra...
Las calles son más largas, el tiempo también crece.
¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!
un día, Norma Jean, y eras la luz.
Cuerpo desnudo en la más pura desnudez.
Los ojos azules, tan azules, de niña abandonada.
como una rebanada de pan recién cocido,
como un vaso de leche dulce y tibia,
con tu risa de flor y limonada.
Para nuestro recreo y para tu desgracia.
Te desnudaron aún más, hasta la última
piel, sinceramente tuya, pura y cálida.
diferente a la tuya, limpia y clara.
En tus suaves labios, pintados de granate,
la voz sonaba falsa.
Chanel nº 5, satén y muselinas.
Visiones y ambiciones de pequeña estarlet.
Pobre, pequeña , dulce Norma Jean,
detrás de toda aquella mentira luminosa
te estaban enterrando.
Hermosa, tan hermosa, como una rosa extraña.
Reías y cantabas y movías el cuerpo
como te habían dicho que lo hicieras.
Tú eras más verdadera en tu belleza
con tu rostro desnudo de maquillaje y sombras,
con tu cuerpo de niña que creció demasiado.
(Sólo el cabello rubio, bajo la tela blanca),
y ese día, estremecidos y sin voz lloramos,
oh dulce Norma Jean, y rogamos por ti.
Risueños están los mozos,
gozosos están los viejos
porque dicen, compañeras,
que hay libertad para el pueblo.
Todo es la turba cantares,
los campanarios estruendo,
los balcones luminarias,
y las plazuelas festejos.
Gran novedad en las leyes,
que, os juro que no comprendo,
ocurre cuando a los hombres
en tal regocijo vemos.
Muchos bienes se preparan,
dicen los doctos al reino,
si en ello los hombres ganan
yo, por los hombres, me alegro;
Mas, por nosotras, las hembras,
ni lo aplaudo, ni lo siento,
pues aunque leyes se muden
para nosotras no hay fueros.
¡Libertad! ¿qué nos importa?
¿qué ganamos, qué tendremos?
¿un encierro por tribuna
y una aguja por derecho?
¡Libertad! ¿de qué nos vale
si son los tiranos nuestros
no el yugo de los monarcas,
el yugo de nuestro sexo?
¡Libertad! ¿pues no es sarcasmo
el que nos hacen sangriento
con repetir ese grito
delante de nuestros hierros?
¡Libertad! ¡ay! para el llanto
tuvímosla en todos tiempos;
con los déspotas lloramos,
con tributos lloraremos;
Que, humanos y generosos
estos hombres, como aquellos,
a sancionar nuestras penas
en todo siglo están prestos.
Los mozos están ufanos,
gozosos están los viejos,
igualdad hay en la patria,
libertad hay en el reino.
Pero, os digo, compañeras,
que la ley es sola de ellos,
que las hembras no se cuentan
ni hay Nación para este sexo.
Por eso aunque los escucho
ni me aplaudo ni lo siento;
si pierden ¡Dios se lo pague!
y si ganan ¡buen provecho!
UN MAR DE LÁGRIMAS
Sufrirás. Ya has sufrido.
Tal vez estés sufriendo.
Y aunque sepas por qué (si es que lo sabes),
ese conocimiento no será tu consuelo.
El adiós a los tuyos; el azar,
implacable; la incógnita del cielo,
todo lo que se pierde
hechos y vida abajo, tiempo abajo,
o también vida arriba, hacia lo que te espera,
todo, configura el sabor de tus lágrimas,
un sabor sin sabor, ya que no lo comparte
quien te ha visto sufrir
-no puede compartirlo-,
un sabor que no entiendes,
un cúmulo de lágrimas que trazan,
no sé dónde,
un mar por el que bogan,
y no sé para qué,
inútiles por siempre, inconsolables,
quién sabe desde cuándo,
su alma,
tu alma
y la mía.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo?
Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba…
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso.
A FANTASY
I’ll tell you something: every day
people are dying. And that’s just the beginning.
Every day, in funeral homes, new widows are born,
new orphans. They sit with their hands folded,
trying to decide about this new life.
Then they’re in the cemetery, some of them
for the first time. They’re frightened of crying,
sometimes of not crying. Someone leans over,
tells them what to do next, which might mean
saying a few words, sometimes
throwing dirt in the open grave.
And after that, everyone goes back to the house,
which is suddenly full of visitors.
The widow sits on the couch, very stately,
so people line up to approach her,
sometimes take her hand, sometimes embrace her.
She finds something to say to everybody,
thanks them, thanks them for coming.
In her heart, she wants them to go away.
She wants to be back in the cemetery,
back in the sickroom, the hospital. She knows
it isn’t possible. But it’s her only hope,
the wish to move backward. And just a little,
not so far as the marriage, the first kiss.
He muerto de amor algunas veces
Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.
AGOSTO
Agosto,
contraponientes
de melocotón y azúcar,
y el sol dentro de la tarde, como el hueso en una fruta.
La panocha guarda intacta su risa amarilla y dura.
Agosto.
Los niños comen
pan moreno y rica luna.
SOCIEDAD DE CONSUMO
Caminamos de la mano por el supermercado
entre las filas de cereales y detergentes
Avanzamos de estante en estante
hasta llegar a los tarros de conserva
Examinamos el nuevo producto
anunciado por la televisión
Y de pronto nos miramos a los ojos
y nos sumimos uno en el otro
y nos consumimos
SONETO SOBRE LA LIBERTAD HUMANA
Qué hermosa eres, libertad. No hay nada
que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.
Más brilla y en más puro firmamento
libertad en tormento acrisolada.
¿Que no grite? ¿Mordaza hay preparada?
Venid: amordazad mi pensamiento.
Grito no es vibración de ondas al viento:
grito es conciencia de hombre sublevada.
Qué hermosa eres, libertad. Dios mismo
te vio lucir, ante el primer abismo
sobre su pecho, solitaria estrella.
Una chispita del volcán ardiente
tomó en su mano. Y te prendió en mi frente,
libre llama de Dios, libertad bella.
Oh, mi amor es como una rosa roja, roja,
recién brotada en junio.
Oh, mi amor es como una melodía
que dulcemente suena acorde.
Oh, mi bella damisela, igual que tú,
estoy profundamente enamorado
y te amaré, siempre, amada mía,
hasta cuando los mares se sequen:
hasta que los mares se sequen, vida mía;
y hasta cuando las rocas todavìa
se fundan con el sol:
seguirè amàndote querida,
cuando la arena de la vida
siga su camino.
Y me despido de ti, incomparable amor,
me despido de ti, sólo por un momento,
pues volveré
mi amor sin igual,
aunque diez mil millas separen nuestras vidas.
Todos somos marineros,
marineros que saben bien navegar.
Todos somos capitanes,
capitanes de la mar.
Todos somos capitanes
y la diferencia está
sólo en el barco en que vamos
sobre las aguas del mar.
Marinero, marinero;
marinero… capitán
que llevas un barco humilde
sobre las aguas del mar…
marinero…
capitán…
no te asuste
naufragar
que el tesoro que buscamos,
capitán,
no está en el seno del puerto
sino en el fondo del mar.
Si
Desde la mañana el viento desprendió al cielo.
Desde la mañana el sol arrojaba humo
entre las ruinas.
Si tu rostro, el rostro escudo, y la nube aquella y el paisaje, y
tus ojos volviéndose de pronto no habían destruido la imagen
que acababan de mirar.
Si era tu mano.
si tus ojos.
si tu mano.
si la palabra que ibas a decir.
Entonces el viento todo el día.
Toda la noche las cenizas de tu fuego.
La Aurora, dejadas las corrientes de Océano
llevose del cielo la sacra luz de la luna
y las Horas inmortales de Zeus
llegan entre las flores de la primavera.
Se regocijó por el esfuerzo de sus pies
el aro en la ciudad de siete puertas.
Corina de Tanagra de Frederic Leighton |
Se abren ante Maratón las montañas
y Maratón se abre ante el mar.
Y meditando allí una hora entera,
soñé que Grecia podía ser libre aún,
pues resistiendo a la destrucción persa
no podría calificarme de esclavo