UN HOTEL
Cuántas de mis noche se me han ido
en un cuarto de hotel.
La lluvia acaso guarda nombres y fechas,
insomnes susurros de lámparas
y penumbras que flotan por largos pasillos.
De tanto ir y volver entre valijas,
cuarto número tres, número doce,
silencio, soledad, ventanas,
yo mismo me siento el hotel de una calle
a la orilla de noches fugitivas
donde extraños celajes se guarecen.
Los jadeos de un amor, la luz, la ducha
y el frío de albas anónimas
nacidas al hervor de algún café,
van y vienen rodeándome,
y el hotel crece de mí hasta el horizonte,
con el laberinto de sus cuartos
llenos de espejos que guardan en sus pátinas
sombras y voces que jamás serán mías.
De Alfabeto del mundo
en un cuarto de hotel.
La lluvia acaso guarda nombres y fechas,
insomnes susurros de lámparas
y penumbras que flotan por largos pasillos.
De tanto ir y volver entre valijas,
cuarto número tres, número doce,
silencio, soledad, ventanas,
yo mismo me siento el hotel de una calle
a la orilla de noches fugitivas
donde extraños celajes se guarecen.
Los jadeos de un amor, la luz, la ducha
y el frío de albas anónimas
nacidas al hervor de algún café,
van y vienen rodeándome,
y el hotel crece de mí hasta el horizonte,
con el laberinto de sus cuartos
llenos de espejos que guardan en sus pátinas
sombras y voces que jamás serán mías.
De Alfabeto del mundo
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