Para cristal te quiero,
nítida y
clara eres.
Para mirar al mundo,
a través de ti, puro,
de
hollín o de belleza,
como lo invente el día.
Tu presencia
aquí, sí,
delante de mí, siempre,
pero invisible
siempre,
sin verte y verdadera.
Cristal. ¡Espejo, nunca!
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