Se cambia una y mil veces de zapatos,
de blusa, de chaqueta, de carmín…
Al fin se da un último toque
en una ceja, y se sonríe: “Ya está”.
Tarareando una vieja canción,
coge el bolso y se va. Se va feliz.
Como ya nunca pensó poder sentirse.
VANESA MARTÍN
ROPA DESORDENADA
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