lunes, 9 de marzo de 2015

Raymond Carver

Felicidad

Es tan temprano que casi no hay luz afuera.
Estoy parado junto a la ventana.
Tengo una taza de café en la mano,
y en la cabeza lo que a aquellas horas
se suele confundir con pensamientos.

Entonces veo al chico con su amigo
que vienen por la calle
para entregar el diario.

Tienen puestas gorritas y pulóveres,
y uno transporta una mochila al hombro.
Tan felices están
que ni abren la boca, estos dos chicos.

Creo que, si pudieran,
se tomarían del brazo.
Es muy temprano de mañana, y ellos
están haciendo este trabajo juntos.

Se acercan lentamente.
El cielo ya comienza a iluminarse,
aunque la luna cuelga pálida sobre el agua.

Tanta belleza que, por un minuto,
la ambición o la muerte, o incluso hasta el amor,
nada tienen que ver con todo esto.

Felicidad. Viene sin que la llamen,
y trasciende cualquier disquisición
matutina al respecto.

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