No me digas que las mujeres
no están hechas de la madera de los héroes,
yo toda sola cabalgué sobre vientos
a la Mar del Este durante 300.000 millas.
Mis pensamientos poéticos entonces se extendieron,
como una vela entre el océano y el cielo.
Soñé tus tres islas,
todas gemas, todas resplandecientes con la luz de la luna.
Me entristezco al pensar en los camellos de bronce,
guardianes de la China, perdidos en espinas.
Avergonzada, no he hecho nada;
ninguna victoria a mi nombre.
Sólo hice sudar a mi caballo de guerra.
Contraída porque mi patria
me hace daño en el corazón. Así que dime;
¿como puedo aprovechar mis días aquí?
¿una invitada disfrutando las brisas de primavera?
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