Dale tiempo al corazón,
estudia a fondo sus mecanismos de defensa,
raciona severamente sus reservas de luz y de aire
y de agua,
antes de que crezcan los árboles del invierno
y ahoguen su espacio otoñal en el bosque.
Dale tiempo al corazón,
todavía puedes,
hazlo con esa inteligencia y esa capacidad de análisis
que te caracteriza,
como si su vida dependiera de un problema de matemáticas
a resolver.
Pero resuélvelo pronto. Mira que ya viene el frío
y la comparsa del hielo a retirarte el examen.
(de Calendario, Hiperión, Madrid, 1998)
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