Vaivén de la ternura, que llega o se retira como el sueño en un niño, manejando distancias que se acortan o alargan sin cambiar de medida.
El encuentro y la separación usan el mismo espacio, que despierta a veces hacia un lado y a veces hacia el otro, como un hombre en su lecho, compartido o a solas.
La ternura disuelve esa línea ilusoria que divide las aguas de la separación y del encuentro.
Cerca y lejos no existen. Los crea la ternura como el mar crea la playa con el borde inasible de sus sabias mareas.
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