Alhambra
Contra la llama, sólo la llama.
Contra el agua, la flor del arrayán.
Bajo los artesones constelados
pronunciaste mi nombre.
Repítelo. «Todo está mal.» Repítelo.
«Es malo todo.» Repite tú mi nombre.
Contra mi llama, sólo tu llama.
Se debate el amor, crepita, rasga, esquiva,
muerde, se encrespa
lo mismo que un cachorro
del que ignoramos si juega o nos devora.
Tu voz me da la fuerza
contra la fuerza. Nómbrame y viviremos.
Necesaria es la muerte;
necesarios, los dioses despreciables.
Pero si tú me nombras…
Ah, si tú me nombraras…
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