¿Quién vació la arena de vuestros zapatos Cuando debíais levantaros de la muerte? La arena, la que Israel se llevó a casa, ¿Su arena errante? Arena ardiente del Sinaí, Confundida con las gargantas de los ruiseñores, Confundida con las alas de las mariposas, Confundida con el ansia de polvo de las serpientes, Confundida con todo lo que se desprendió de la sabiduría de Salomón, Confundida con el amargor del ajenjo secreto.
Oh vosotros dedos, Que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos, ¡Mañana seréis polvo vosotros en los zapatos de los que han de venir!
Vivo del sueño de una sombra en el agua: sombra de ramas verdes, de casas ya dadas vuelta, y de nuevo nubes… y se mece todo: el borde blanco de un muro en el cielo azul que te deslumbra, una cuerda que lo atraviesa, un farol y el tronco negro de un árbol, cortada a la mitad una hoja amarilla de papel que flota… Sombra en el agua ─líquida ciudad… luminoso temblor, inmensidad el cielo claro, verde verde verde de hojas─ todo parece que se fuera y está y vive y no lo sabe: no lo sabe el agua, no lo saben los árboles, no lo sabe el cielo ni las casas… Sólo un hombre lo sabe, que camina a lo largo del dique triste del canal.
No diré: Que el silencio me ahoga y me amordaza. Callado estoy, callado he de quedarme, Que la lengua que hablo es de otra raza.
Palabras consumidas se acumulan, Se estancan, aljibe de aguas muertas, Agrias penas en limos transformadas, Raíces retorcidas en el fango del fondo.
No diré: Que ni siquiera el esfuerzo de decirlas merecen Palabras que no digan cuanto sé En este retiro en que no me conocen.
No sólo barros se arrastran, no sólo lamas, No sólo animales flotan, muertos, miedos, Túrgidos frutos en racimos se entrelazan En el oscuro pozo de donde suben dedos.
Sólo diré, Crispadamente recogido y mudo, Que quien se calla cuanto me callé No se podrá morir sin decir todo.
Recuerdo que la luna iba entre mar y cielo transformándolo todo. La luna navegando en tus ojos o tú navegando en la luna que hacía de la noche un alba plateada. La luna desvelando olvidados jardines en las costas lejanas, poniendo fuego azul en la nave, que iba extraviada de un lado para el otro, con cuerpos dormidos en el aura húmeda que inflamaba la soledad marina. Ya no puedo hablar de tu cuerpo buscado por la luna, olfateado por su ojo de sangre, perseguido en la noche, tan herido, tan muerto. Luna-presa eras tú cercada por mastines de música, cazada entre mórbidos mármoles. Luna muerta en los brazos del que te acariciaba. Y, desde aquel nocturno, tú ya no serás nada, pues nada puede ser quien ha estado ya muerta, sublimemente muerta en la hora del límite, en el instante aquel como un asesinato en que Divinidad encanta a los mortales. No sé si se movía la nave y junto a ella el mundo; yo no sé si la luna bajaba o ascendía tu cuerpo como una blanca hostia, pues era muy profundo tu deseo de darte a la noche, de ser, en su boca de estrellas distantes, una diosa, un cuerpo desangrado de diosa comulgado por el cielo abismal.
El ser humano es una casa de huéspedes. Cada mañana un nuevo recién llegado. Una alegría, una tristeza, una maldad Cierta conciencia momentánea llega Como un visitante inesperado.
¡Dales la bienvenida y recíbelos a todos! Incluso si fueran una muchedumbre de lamentos, Que vacían tu casa con violencia Aún así, trata a cada huésped con honor Puede estar creándote el espacio Para un nuevo deleite
Al pensamiento oscuro, a la vergüenza, a la malicia, Recíbelos en la puerta riendo E invítalos a entrar Sé agradecido con quien quiera que venga Porque cada uno ha sido enviado Como un guía del más allá.
Helena Bonham Carterlee The Guest House
THE GUEST HOUSE
This being human is a guest house. Every morning a new arrival.
A joy, a depression, a meanness, some momentary awareness comes as an unexpected visitor.
Welcome and entertain them all! Even if they are a crowd of sorrows, who violently sweep your house empty of its furniture, still, treat each guest honorably. He may be clearing you out for some new delight.
The dark thought, the shame, the malice. meet them at the door laughing and invite them in.
Be grateful for whatever comes. because each has been sent as a guide from beyond.
Partirás otra vez porque la tierra llama con la fuerza de una mujer desamparada. Partirás otra vez, mi amor, porque es allá donde la vida de tantos se resuelve. Allá te espera la esperanza, la lucha sin cuartel. Allá son los desvelos y el reto de un tiempo sin medida tratando de saltar al paso de la historia. Anda, mi amor, anda con esos brazos que me abrazan, con esa boca que me besa, a chorrear fuego, amor, a llevar esa fuerza a la tierra desde donde salimos a la tierra que amamos. Anda, mi amor, yo voy también aunque me quede lejos y estaré allí con vos en el viento y la lluvia, en el calor del medio día, en las tapitas de dulce, en las chicharras y en los grillos, en el peligro, allí por donde andes, andaré yo, entre la tierra y tu sombra habrá una mujer acariciándote.
Aléjate de mí. Mas sé que, para siempre, he de estar en tu sombra. Ya nunca, solitaria, irguiéndome en los mismos umbrales de mi vida recóndita, podré gobernar los impulsos de mi alma, ni alzar la mano como antaño, al sol, serenamente, sin que perciba en ella lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto de tu mano en la mía.
Esta anchurosa tierra con que quiso alejarnos el destino, en el mío deja tu corazón, con latir doble. En todo lo que hiciere o soñare estás presente, como en el vino el sabor de las uvas. Y cuando por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre escucha y ve en mis ojos mezclarse nuestras lágrimas.
Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos. Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado. Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco. Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia. Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante. Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre. Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios. Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales. Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente. Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno. Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos. Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común. A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento, la Humanidad retrocede en cuatro patas.
Casi un apéndice en la serena geometría de mi rostro, única recta en la gama de curvas suaves, el sutil instrumento que me une al aire. Cándidos olores acres aromas densas fragancias de flores y de especias -desde el anís hasta el jazmín- aspira trepidante mi nariz.
“Cuando sientas deseos de criticar a alguien (…) recuerda que no todo el mundo ha tenido las mismas oportunidades que tú tuviste".
"Whenever you feel like criticizing any one," he told me, "just remember that all the people in this world haven't had the advantages that you've had."
Aquí estoy... En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando a que me llamen... Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita y condenada y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro y me ha dicho severo: No, no es la hora todavía... hay que esperar... Y aquí estoy esperando... con el mismo traje viejo de ayer, haciendo recuentos y memoria, haciendo examen de conciencia, escudriñando agudamente mi vida... ¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí. Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda... Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: Otra vez lo haré mejor, Señor, porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer? ¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer? Creo que Dios nos da siempre otra vida, otras vidas nuevas, otros cuerpos con otras herramientas, con otros instrumentos... Otras cajas sonoras donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor para ir corrigiendo lentamente, muy lentamente, a través de los siglos, nuestros viejos pecados, nuestros tercos pecados... para ir eliminando poco a poco el veneno original de nuestra sangre que viene de muy lejos. Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo. Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio... ¡pero está! Creo que tenemos muchas vidas, que todas son purgatorios sucesivos, y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos, constituyen el infierno, el infierno purificador, al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos. Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos. Sólo la Luz brilla sin tregua, diamantina, infinita, misericordiosa, perdurable por los siglos de los siglos... Ahí está siempre con sus divinos atributos. Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla... estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.
Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia Hay la espera de mí mismo Y esta espera es otro modo de presencia La espera de mi retorno Yo estoy en otros objetos Ando en viaje dando un poco de mi vida A ciertos árboles y a ciertas piedras Que me han esperado muchos años.
Todos los vientos llegan como una manotada y yo cubro tu cuerpo lo incorporo quiero aliviarme en ti. Hace un segundo la luna era distinta y no había ese susto en tu mirada. Algo nos viene encima ese sordo rumor es un presagio. Cierra los ojos pronto amiga mía. Es el amor que llega.
Mientras haces cualquier cosa, alguien está muriendo.
Mientras te lustras los zapatos, mientras odias, mientras le escribes una carta prolija a tu amor único o no único.
Y aunque pudieras llegar a no hacer nada, alguien estaría muriendo, tratando en vano de juntar todos los rincones, tratando en vano de no mirar fijo a la pared.
Y aunque te estuvieras muriendo, alguien más estaría muriendo, a pesar de tu legítimo deseo de morir un minuto con exclusividad.
Por eso, si te preguntan por el mundo, responde simplemente: alguien está muriendo.