Mi día es desordenado y absurdo:
al mendigo pido pan,
al rico le ofrezco una limosna.
En la aguja enhebro un rayo de luz,
al ladrón le doy la llave,
con polvos blancos encubro mi palidez.
El mendigo no me da pan,
el rico no acepta mi dinero,
el rayo no pasa por la aguja.
El ladrón entra sin llave,
y la tonta llora a lágrima viva
ese día sin gloria, día inútil.
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