Querido Stig:
Ojalá seamos dignos de tu desesperada
esperanza.
Ojalá podamos tener el coraje de estar
solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un
diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.
Ojalá podamos ser desobedientes cada vez
que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido
común.
Ojalá podamos merecer que nos llamen
locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la
locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
Ojalá podamos ser tan porfiados para
seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena,
porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir
caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las
derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice
adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza
de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva
animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca
y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del
tiempo.
Palabras de agradecimiento al recibir el Premio Stig Dagerman(2010)
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