jueves, 29 de octubre de 2015
Robert Graves
EL PAÍS SECRETO
Toda mujer regia en verdad posee
un país secreto, más real para ella
que este pálido mundo exterior:
la casa ya en silencio, a medianoche,
aparta aguja o libro
y lo visita sin ser vista.
Cerrando los ojos, improvisa
una verja de hierro entre abedules:
salta la barrera, toma posesión.
Luego corre o vuela, o bien cabalga
un caballo que trota a recibirla,
y viaja adonde quiera;
sabe hacer que la hierba crezca,
que el lirio se entreabra a su mirada
y que los peces coman de su mano;
ha fundado aldeas, plantado bosques
y vaciado valles para que arroyos corran
fríos a una bahía sin salida al mar.
Nunca osé preguntar a mi amor
por el gobierno de su reino
ni por su geografía,
ni la he seguido entre esos abedules,
escalando esa verja
para espiarla en la niebla.
Y aun así, me ha prometido, cuando muera,
un pabellón al pie de su palacio
en un calvero liso en la espesura,
donde crece la genciana y el alhelí
y que a veces podemos encontrarnos.
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