TRAS LOS CHINOS
Al amanecer, un viento del Norte ha zarandeado
la nieve de las ramas de los abetos. Ningún disfraz
dura demasiado. ¿Pensabas que no había vientos debajo
de la tierra? Mi caballo tártaro prefiere el viento del Norte.
¿Pensabas que la muerte y un poco de tiempo me detendrían?
¿Acaso no me elegiste por mi condición obstinada,
por los ojos verdes que ahuyentaban a los timadores
y engañabobos de nuestra puerta?
He abierto un pequeño sendero, un círculo ovoide
alrededor de tu tumba, para mantener el calor
mientras te hablo. Soy la única
en el cementerio. Elegiste bien.
Nadie es tan obstinada como yo, y mi caballo tártaro
prefiere el viento del Norte.

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