lunes, 8 de mayo de 2023

Wallace Stevens

BILL MURRAY LEE A WALLACE STEVENS


The Planet on the Table

Ariel was glad he had written his poems.
They were of a remembered time
Or of something seen that he liked.

Other makings of the sun
Were waste and welter
And the ripe shrub writhed.

His self and the sun were one
And his poems, although makings of his self,
Were no less makings of the sun.

It was not important that they survive.
What mattered was that they should bear
Some lineament or character,

Some affluence, if only half-perceived,
In the poverty of their words,
Of the planet of which they were part.


A Rabbit as King of the Ghosts

The difficulty to think at the end of day,   
When the shapeless shadow covers the sun   
And nothing is left except light on your fur—

There was the cat slopping its milk all day,   
Fat cat, red tongue, green mind, white milk   
And August the most peaceful month.

To be, in the grass, in the peacefullest time,   
Without that monument of cat,   
The cat forgotten in the moon;

And to feel that the light is a rabbit-light,   
In which everything is meant for you   
And nothing need be explained;

Then there is nothing to think of. It comes of itself;
And east rushes west and west rushes down,
No matter. The grass is full

And full of yourself. The trees around are for you,   
The whole of the wideness of night is for you,   
A self that touches all edges,

You become a self that fills the four corners of night.
The red cat hides away in the fur-light
And there you are humped high, humped up,

You are humped higher and higher, black as stone—
You sit with your head like a carving in space   
And the little green cat is a bug in the grass.




The Collected Poems of Wallace Stevens: The Corrected Edition (Vintage  International) : Stevens, Wallace, Serio, John N., Beyers, Chris:  Amazon.es: Libros



El planeta en la mesa

Ariel estaba contento de haber escrito sus poemas.
Eran de una época que recordaba
o de algo que había visto que le había gustado.

Los otros trabajos del sol
eran desperdicio y acumulación
y el arbusto maduro se marchitaba.

Él y el sol eran uno
y sus poemas, a pesar de haberlos hecho él mismo,
estaban también hechos por el sol.

No era importante que sobrevivieran.
Lo que importaba era que cargaran
algún rasgo o característica,

alguna riqueza, aunque fuera entrevista,
en la pobreza de sus palabras,
del planeta del que formaban parte.  


Un conejo Rey de los Fantasmas

La dificultad de pensar, al finalizar el día

Cuando la sombra amorfa cubre al sol

Y nada queda, excepto la luz sobre tu pelaje—

Había un gato que se pasaba el día derramando su leche,

Un gordo gato de lengua roja, mente verde, blanca leche

Y era Agosto el mes más tranquilo.

Permanecer, sobre el pasto, en la hora más calma,

Sin el monumental gato,

El gato olvidado en la luna;

Y sentir que la luz es la luz de un conejo,

En la que todo ha sido hecho a tu medida

Y nada requiere de explicación;

Entonces, no queda nada en que pensar. Viene de sí mismo

Y el este huye al oeste y el oeste corre hacia abajo,

Sin materia. El pasto está pleno

Y tú estás pleno. Los árboles a tu alrededor,

La profunda oscuridad de la noche es para ti,

Un sí mismo que toca cada borde,

Te conviertes en un sí mismo que completa los cuatro vértices de la noche.

El gato rojo se esconde detrás de la luz peluda

Y entonces te elevas alto, muy alto

Eres elevado cada vez más alto, negro como piedra—

Te sientas como si tu cabeza hubiese sido tallada en el espacio

Y un diminuto gato verde es como una chinche en el pasto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario