lunes, 16 de octubre de 2017

Raquel Lanseros

EL DISCRETO ENCANTO DE LA AUTENTICIDAD

Fue Antoine de Saint-Exupéry quien dijo
que conocer a alguien
no era memorizar su nómina y su oficio
sino saber si amaba los geranios…
                             vas contando radiante mientras corres
                             al abrigo del tiempo
                             rasgando una guitarra imaginaria.

Yo apenas te conozco
de esa manera convencional y triste
en que se miden las gentes rigurosas
las mismas que calculan circunspectas
los números ajenos, las posibilidades
de establecer un marco común satisfactorio
como base de sólidas alianzas
que redunden en beneficios mutuos.

     Afortunadamente ignoro todo eso.
    Pero sé muchas cosas.

Aprendí navegando tu mirada infinita que los días
nos premian sólo a veces con veinticuatro horas
que un pez es el vecino del charco de la esquina
y la esquela de un príncipe un folio de papel.

Si conocer es verte sin que te vean los ojos
soñar a tumba abierta y no saber
                             quién se adueña de quién
pulimentar la luna
izar contigo todas las banderas
                                     exentas de pecado
vislumbrar el secreto
elevar al cuadrado la risa de la tierra
escuchar sin abismos
tender la mano igual
                  que quien construye un puente.

Entonces, te conozco.
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 

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