viernes, 12 de noviembre de 2021

Ana Merino

Desamor

Sobre el dolor de estar

y no ser querido

pongo el mantel y espero la cena.

Cada habitación tiene un sonido

a modo de selva

o de tormenta.

Pero es en el baño

donde los espejos no disimulan,

escupen.

Cada rincón tiene su nido

y allí las arañas

preparan sus telas;

pero es en el patio

donde me dedico a despiojar niños

y aplasto las liendres con las uñas

como si fuese una gran cacería

de dedos largos

y pelo sucio. 

Sobre el dolor se quejan mis manos

y yo me olvido, no existo;

ni siquiera a golpes abro la boca.



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