sábado, 12 de enero de 2019

Ángela Becerra

BUSCÁNDOME
Me subo a las estrellas
y contemplo el universo
inmerso en su locura.

Palpo en el aire
los amores, los odios,
los encuentros
y los desencuentros
esparcidos sin dueño.

Y el alma me pregunta
de pronto a bocajarro
dónde quedó mi niña.

Y yo, subida
en lo más alto
de mi estrella fugaz,
ya no la encuentro.

Ni escucho el eco
de sus risas y de su pelo.
Ni huelo el olor
a llanto fresco
de sus ojos.

Ni siento huellas de pies
en la brisa alocada 
del destiempo.

No llegué a tiempo.
He perdido a mi niña.
La busco dentro.

De repente,
me hurgo el alma
con la mano y sin ojos.
Me salta un sapo,
sueños y poemas desiertos.
Horas ingrávidas perdidas...

Y al fondo
y al refondo del fondo,
toco unos pies descalzos
muy pequeños.
Una cabeza diminuta.
Un cuerpecito acurrucado,
que al saberse tocado,
deja escapar un beso.









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