lunes, 2 de julio de 2018

Juan Carlos Mestre

LUGAR
Aquí, bajo el número exacto de estas sílabas, yace un río de adelfas de 
marfil y caballos oscuros que tortura el deseo.
Esta es la casa de los taxidermistas, el pabellón de las enfermeras y los 
matemáticos, de todos los que tienen obsesiones blancas bajo los sauces de
la vejez y el remordimiento.
Pero esta es también la cueva de los cazadores y los bellos animales
que se desangran melancólicamente cerca del fuego frío de la muerte.
Esta es la atmósfera del aparecimiento, el hielo desnudo de ese cuerpo que 
yace en la ermita entre dos frascos con flores.
Aquí cada palabra, cada gota de tristeza arrancada a la nada, es una 
medalla de diamante perfecto, la consolación, el vértigo que entregas de tus 
pasos a otro al acercarte al vacío.
Este es el poema, el resplandor erigido en la libertad de la jaula, la cicatriz 
en la médula de este tiempo que pasa sin duración en nosotros.

De La poesía ha caído en desgracia, 1992 .

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