sábado, 9 de septiembre de 2017

Alejandra Pizarnik



Carta de Pizarnik a Cortázar
Julio, fui tan abajo. Pero no hay fondo.
Julio, creo que no tolero más las perras palabras. La locura, la muerte. Nadja no escribe. Don Quijote, tampoco.
Julio, odio a Artaud (mentira) porque no quisiera entender tan sospechosamente bien
sus posibilidades de la imposibilidad.
Me excedí, supongo. Y he perdido, viejo amigo de tu vieja Alejandra que tiene miedo de
todo salvo (ahora, ¡Oh, Julio!) de la locura y de la muerte. (Hace dos meses que estoy en el hospital. Excesos y luego intento de suicidio -que fracasó, hélas).

P.D. En el hospital aprendo a convivir con los últimos desechos. Mi mejor amiga es una sirvienta de 18 años que mató a su hijo.


            Alejandra




Carta de Cortázar a Pizarnik.
París, 9 de setiembre de 1971.

Mi querida, tu carta de julio me llega en setiembre, espero que entre tanto estés ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; el mío es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de… Pero vos, vos, ¿ te das realmente cuenta de todo lo que me escribís?
Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza – y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya.
Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.
Escribime, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip ( ¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.

               Julio
Imagen relacionada
 Alejandra se suicidó el 9 de septiembre de 1972




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