viernes, 18 de septiembre de 2015

Felipe Benítez Reyes

Atlas
Se alejaban los barcos cargados de tesoros
y el niño señalaba con mano desvaída
las regiones lejanas de nombres eufónicos,
suaves como versos de cadencia elegíaca:

Alejandría, Córcega, Tornea, mar de Banda,
Majach-Kala, Karat, Bengasi, Esmirna.

Regiones de las brumas y las tinieblas albas,
ciudades de los altos minaretes de oro
que en la imaginación entonces relumbraban
como gemas caídas de un cielo melancólico:

Trípoli, Yeros, Kemen, Bagdad, Adalia, Córdoba...
Detrás de aquellos nombres, ¿qué vida se ocultaba?
Perdidos en la bruma glacial de la memoria,
los barcos que zarparon duermen bajo las aguas

de Botnia, de Madrás, de la azul Etiopía.


Los Vanos Mundos


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