ERIZO DE MAR

Bajo las aguas poco profundas de la costa:
es ahí donde anclo mi armadura.
No segrego ni nácar,
ni perlas: la belleza no me importa,
enlutado guerrero
que, con sus negras lanzas,
se oculta en una grieta de la roca.
Viajar es arriesgado pero a veces me muevo
las espinas haciendo de muletas
y, por torpe, las olas me revuelcan.
En el mar peligroso siempre busco esa roca
de donde no haya de moverme nunca.
Es, mi propia coraza, mi prisión:
una prueba de cómo, si no hay riesgo,
la vida es un fracaso.
Afuera está la luz y canta el mar.
Dentro de mí la sombra: la seguridad.


La extraña estrategia de huida del erizo de mar