jueves, 23 de diciembre de 2021

Francisco Brines

EL TRIUNFO DE LA CARNE

Me dabas sed y eras el agua toda,
y llegué a ti acaloradamente,
y fui un ciego furor, una jauría
de blancos dientes en tu carne joven.
Intentaste apagar, y era una música,
el fuego de la antorcha con tu boca,
y la sed que me dabas aún crecía.
Todo el lugar del mundo estaba en ti,
y solo mi tormenta lo habitaba.
Luchamos hasta el alba de aquel siglo,
y al penetrar tu carne con mi fuego
el pecho se partía cada vez.
Y llegó la fatiga, y al vencerme
vencía yo también al fin un cuerpo
solo mortal, y efímero, y terrible.

Al reposar la llama de la vida
puse mis labios con dulzura lenta
en torno a tu cintura, y los ojos
alcé para mirarte: con más luz,
con más belleza aún me sonreías.
Supe así la desdicha de la carne.


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