jueves, 12 de septiembre de 2019

Ana Pérez Cañamares

AVANZÁIS
Aunque yo lo olvide todo
que mi palabra no olvide
pelear por su utilidad:
como cuando mi madre
poco antes de morir
agarró mi brazo
y me dijo al oído:
“de una casa sin alegría
hay que salir corriendo.”
No sé si recordaba que yo era su hija.
No sé si sabía su propio nombre.
Por eso sus palabras
eran la Palabra de Dios.








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