martes, 23 de enero de 2018

Luis Alberto de Cuenca

CADENA PERPETUA
Cortaron el silencio con suspiros, jadeos,
susurros de la ropa al caer por el suelo.

Se dijeron palabras que nunca se habían dicho,
palabras enemigas del tiempo y del olvido.

Y fueron cuidadosos, y atentos, y sensibles
el uno con el otro, y se sintieron libres

en su mutua cadena perpetua de caricias,
tan libres como nunca lo fueran en su vida.

Y, de repente, el mundo se eclipsó para ellos
durante un breve instante que les pareció eterno 











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