Tell me why you think T 'are with us and you're all alone People are scattered in the sea And you get higher, you go away It's obvious your heart is full It's obvious you have nothing to add He who has the habit of suffering since childhood His whole life is on the go Let me, let me Let me weep over my decisions Let me, let me Let me cry on my luck Look at people like they are happy Look at people as they play Look at the sky as it is clear You and your sky is cloudy Has it one to whom life has smiled And he has given generously It Hits you like a crying And he bears his suffering
Bebimos juntos una nueva copa de whisky
y después encendimos un par de cigarros.
Recuerdo que llevabas un vestido precioso
y los espectadores supongo que notaban
que te habías teñido el pelo de caoba,
a pesar de que, claro, todo era en blanco y negro.
Después yo te pedí durante unos momentos
que me dejaras ver tu collar de diamantes.
En el guión supongo que yo actuaba de gánster,
y en un principio quise robar la gargantilla,
pero el whisky, me temo, me nubló las ideas,
así que me lancé directo a por tu cuello
y al fin pude morder tus labios con mis dientes
y conocí por fin a qué saben tus besos.
Y me sentí feliz como en una película
de Cukor, de Minelli, de Lubitsch o de Capra.
Y casi no importaba que aquello fuera un sueño.
Ida y vuelta Cuando nos dirigimos al amor todos vamos ardiendo. Llevamos amapolas en los labios y una chispa de fuego en la mirada. Sentimos que la sangre nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas. Damos y recibimos rosas rojas y rojo es el espejo de la alcoba en penumbra. Cuando volvemos del amor, marchitos, rechazados, culpables o simplemente absurdos, regresamos muy pálidos, muy fríos. Con los ojos en blanco, más canas y la cifra de leucocitos por las nubes, somos un esqueleto y su derrota. Pero seguimos yendo.